Se estima que en Europa, alrededor del 25% de las bajas médicas tienen su origen en riesgos psicosociales, como es el estrés laboral.
De tal modo, el impacto económico y personal que el estrés supone para la persona trabajadora, así como para las empresas, pone de manifiesto la necesidad de mejorar esta problemática desde el ámbito laboral.
Debemos recordar pues, que los riesgos psicosociales no sólo tienen una repercusión sobre la salud de la persona trabajadora, sino que influyen de forma muy significativa en el rendimiento y la eficiencia empresarial.
Así las cosas, identificar y gestionar los riesgos psicosociales es una obligación legal que las empresas no deben eludir y, consecuentemente debe ser abordada con el mismo rigor que el resto de riesgos laborales.
¿Qué son los riesgos psicosociales?
Son aquellos daños que pueden producirse por causa del trabajo y dentro de los cuales, siendo el más significativo de ellos el Estrés laboral, que se entiende como el desequilibrio entre la demanda y la capacidad de respuesta del que se enfrenta a la misma.
El estrés laboral suele desarrollarse lentamente, manteniéndose en el tiempo y generando una serie de daños en la persona trabajadora, así como su entorno. Se caracteriza por altos niveles de angustia y sensación de no poder hacer frente a las situaciones cotidianas del ámbito laboral. El estrés no sólo se relaciona con el bienestar físico y emocional, sino que también juega un papel importante en el rendimiento y la eficacia del trabajo, ya que una respuesta al estrés laboral crónico es el desgaste profesional, que acaba produciendo una desmotivación en la persona trabajadora que le lleva a un estado de apatía y frustración, desvinculación de la empresa, disminución del rendimiento y de su calidad de trabajo.
¿Qué son los factores psicosociales?
Pues son las características en el ámbito laboral relacionadas con el diseño, contenido y organización del trabajo, susceptibles de afectar a la salud de la persona trabajadora.
Hay una gran variedad de factores que pueden incidir negativamente en la persona trabajadora; por ejemplo el entorno físico, que son las condiciones físicas del puesto de trabajo (ruido, iluminación, humedad, toxicidad, ventilación o contaminación), que en niveles inadecuados suponen un factor de riesgo; otro ejemplo es la organización del trabajo, que hace referencia a la estructura de la empresa, en donde tendrá incidencia el estilo de dirección y liderazgo de la organización; otro factor sería la calidad de las relaciones con los compañeros de trabajo y con los superiores jerárquicos; también la capacidad de participación de las personas trabajadoras en la toma de decisiones; la forma de resolución de conflictos; los protocolos o procedimientos de trabajo; el contenido del trabajo; la repetición y monotonía de las tareas; o los sistemas de promoción profesional.
¿Cuáles son los daños psicosociales?
Bien, pues los riesgos psicosociales en la plantilla de una empresa pueden degenerar en problemas y trastornos relativamente variados. Tenemos que partir de la premisa de que los daños psicosociales, son la materialización del riesgo, la lesión o alteración concreta.
Las consecuencias del estrés laboral son diversas y dependen de la persona afectada. Dentro de las alteraciones físicas, se incluyen por ejemplo las migrañas, cefaleas, trastornos musculo esqueléticos, alteraciones gastrointestinales, alteraciones cardiovasculares.
El estrés también puede generar consecuencias sobre la salud psicológica, mediante problemas de atención, alteraciones del estado de ánimo, desmotivación, ansiedad, depresión.
Finalmente, el estrés laboral también puede tener consecuencias en el comportamiento, que inciden en el ámbito laboral, a través de la modificación de hábitos relacionados con la salud o con conductas no saludables (reducción del descanso o del ejercicio físico, así como aumento de conductas adictivas) todo lo que afecta, provocando actitudes de desvinculación o despreocupación de las obligaciones laborales.
En definitiva, el estrés laboral suele asociarse a una disminución de la motivación, del rendimiento y de la productividad y una mayor incidencia del absentismo.
En conclusión…
Por tanto, integrar los aspectos psicosociales como un área más de gestión en la empresa facilita disponer de información sobre la eficiencia de la organización y, debe ser considerada como una herramienta que repercute en la mejora de la salud de los trabajadores y en una mayor productividad. Un entorno psicosocial favorable, sin duda, va a fomentar el buen rendimiento y desarrollo personal y profesional de la plantilla de una empresa.
Desde luego, la salud psicológica y el rendimiento son elementos que van del todo unidos y, por ello las mercantiles que toman medidas para prevenir estos riesgos, gozan de ventaja respecto a las que no lo hacen, porque a la larga serán más competitivas.
Recuerde que una plantilla estresada no producirá más, sino peor, no serán creativos, ni autónomos, habrá más absentismo, habrán más accidentes de trabajo, se sentirán inseguros a la hora de tomar decisiones, y el clima laboral será negativo.
Según todo lo anterior, el objetivo de la evaluación de riesgos psicosociales es detectar las condiciones de trabajo que pudieran producir un daño concreto en la salud de las personas trabajadoras. Por lo tanto, el trabajo preventivo consistirá en valorar la probabilidad que existe de que las condiciones organizativas de la empresa puedan generar un daño a la salud de las personas trabajadoras, proponer medidas preventivas, implementarlas y realizar un seguimiento de la eficacia de las mismas.